Como ya sabemos, los sistemas de ventilación tienen la función de renovar el aire que se encuentra en el interior de las edificaciones y para lograrlo se introduce aire fresco. No debemos olvidar que la humedad y la temperatura varían del exterior al interior del edificio, por lo que es necesario calentarlo, enfriarlo o humedecerlo. Tal y como vimos en el apartado en el que tratamos las pérdidas de calor, para un funcionamiento adecuado de nuestro sistema de ventilación, no deben existir infiltraciones en la envolvente de manera que esté lo más estanca posible.
Por lo tanto, en la arquitectura bioclimática la función de la ventilación se resume en los siguientes usos:
- Renovación del aire: se mejora la salubridad del ambiente interior, eliminando el aire viciado.
- Climatización: mediante la circulación del aire, por convección, se consigue reducir la temperatura ambiente y arrastrar el calor que se pueda almacenar en los paramentos, es especialmente útil en las épocas de más calor.
- Infiltraciones: evitar la ventilación no deseada reduciéndolas en su totalidad, suponen perdidas energéticas en nuestro edificio.
- Confort: el movimiento del aire disipa el calor del cuerpo lo que supone una mejora considerable en el confort de los usuarios.