El concepto

Para comprender mejor en qué consiste esta corriente de la arquitectura es interesante descomponer y analizar su significado y morfología:

– “Bioclimático, ca. (De bio- y climático). Adj. Dicho de un edificio o de su disposición en el espacio: Que trata de aprovechar las condiciones medioambientales en beneficio de los usuarios.”

– “Bio-. (Del gr. βιο-). Elem. compos. Significa ‘vida’.”

– “Climático, ca. Adj. Perteneciente o relativo al clima.”

Por lo tanto, hablamos de un término que hace referencia a la vida y el clima en la edificación, a la vida tanto de las personas que habitan, mejorando o protegiendo la salud de los usuarios y el medio que lo contiene, adaptándose al mismo y respetando los recursos naturales que éste le ofrece, haciendo un uso responsable de los mismos.

Una vez aclarado este punto, podríamos definir la arquitectura bioclimática también llamada arquitectura solar pasiva, como la fusión de los conocimientos adquiridos por la arquitectura tradicional a lo largo de los siglos con las técnicas más avanzadas de confort y de ahorro energético. El objetivo de la misma es cubrir las necesidades de sus habitantes con el menor gasto posible, independientemente de la temperatura exterior, para lo cual se diseña la edificación con el doble fin de captar toda la energía solar posible (cuando se desea) y evitar las pérdidas de calor en invierno (o las ganancias, en verano).

Para ello, se trata de estudiar a conciencia tanto el diseño de la edificación como los materiales a utilizar con miras a dar origen a una edificación ahorradora y confortable. La arquitectura moderna aporta el concepto de eficiencia y simplicidad en la distribución interior, suprimiendo pasillos, bajando los techos, y optimizando la colocación de elementos de la cocina, con lo que se gana comodidad interior, pero ha sufrido un empeoramiento en otros ámbitos.

La diferencia entre la arquitectura moderna y la arquitectura bioclimática es que la primera necesita enormes cantidades de energía que no es generada por la propia vivienda para calentar agua o el clima interior, enfriar en épocas de calor o iluminar, mientras que la vivienda bioclimática por estar integrada en su ambiente no requiere de tanta energía obteniéndola del medio, fundamentalmente del sol. Esto se conseguirá mediante el aislamiento, dimensiones razonables, orientación y aperturas adecuadas, así como el aprovechamiento de los recursos y energía del entorno. Una casa bien aislada pierde la mitad de calor, y si está bien orientada y con aperturas convenientes puede ganar hasta 3 veces más energía que una vivienda convencional, con lo que si sumamos ambos conceptos sería posible gastar 6 veces menos energía.

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