CARPINTERÍAS

Las carpinterías son un factor clave en la limitación de la demanda energética, para calcular la incidencia que van a tener en relación al aislamiento térmico global de la edificación, se deben tener en cuenta tres factores principales, la permeabilidad al aire, la transmitancia térmica y las condensaciones en las ventanas.

Fijándonos de nuevo en el aspecto térmico y con el fin de limitar la demanda energética del edificio, el CTE establece unos valores límites de la transmitancia térmica y del factor solar modificado de los huecos de la envolvente térmica del edificio en función de las zonas climáticas.

Zonas Térmicas

Imagen: Zonas climáticas definidas en CTE HE1. Fuente: building.dow.com

 

Entendiendo la transmitancia térmica como el flujo  unitario a través de una solución constructiva, por lo tanto la cantidad de calor que se intercambia con el exterior, debemos prestar un especial interés en los huecos ya que se pueden considerar el principal foco de estas pérdidas.

Transmitancias termicas
Tabla: Transmitancia térmica máxima de cerramientos y particiones interiores de la envolvente térmica. Fuente: Autor, basando en DB HE 1-2

En el cálculo de los huecos se deben tener en cuenta dos elementos de igual importancia, la carpintería y el acristalamiento. En el caso de la carpintería, su transmitancia térmica dependerá del material y de la geometría de los perfiles, mientras que para los acristalamientos, teniendo en cuenta que podrían existir variaciones si se utilizara un vidrio con mayor o menor emisividad, la principal diferencia radica en la utilización de acristalamiento sencillo o doble acristalamiento.

 

Tal y como se puede apreciar en la tabla, tanto el PVC y la madera tienen respuestas similares, siendo la madera un material natural y en el caso de que se utilizase madera con un certificado de origen sostenible, se podría afirmar que optar por una solución que consistiera en un perfil de madera con doble acristalamiento generaría un aislamiento térmico óptimo y además respetuoso con el medio ambiente. Las grandes emisiones de gases contaminantes durante el proceso de fabricación del PVC además de producir cargas electrostáticas, son factores que se deben considerar para valorar negativamente su utilización, a pesar de ser un material 100% reciclable. Sin embargo, su larga vida útil así como su buen comportamiento térmico, hacen que su aplicación sea más recomendable que la de los perfiles metálicos, ya que tienen una conductividad muy alta y durante su proceso de fabricación consume demasiada energía con el consiguiente grave daño ecológico que ello supone.

Carpinterias tipos

Tabla: Transmitancia térmica de los perfiles. Fuente: UNE-EN ISO 1077-1

No hay que olvidar que para el cálculo de la transmitancia total de un hueco se debe tener en cuenta el porcentaje de área ocupada por el perfil en el hueco, es decir, el tamaño que tiene el acristalamiento menos el total que ocupa la carpintería. Este porcentaje será utilizado más tarde para calcular la transmitancia total de una fachada según el porcentaje total de huecos que existen ella, siendo estos cálculos parte de la justificación del cumplimiento del “DB HE: Ahorro de Energía”.

LA CUBIERTA Y EL AISLAMIENTO

Es considerada por el movimiento moderno como la quinta fachada, representa opciones similares en cuanto a las diversas disposiciones constructivas admitidas en la práctica habitual y las necesidades de estrategias pasivas de captación solar características de este tipo de arquitectura. Una azotea convencional está formada por un soporte estructural (forjado) y una serie de capas contiguas, que impiden el paso de agua de lluvia y procuran la transferencia energética.

En la época estival el paramento que mayor radiación solar recibe es la cubierta, por lo tanto la utilización de sistemas activos de captación solar sería una solución del todo aconsejable. Algunas soluciones adoptadas agravan aún más la situación, al disponer pavimentos cerámicos o pétreos de colores oscuros, o lastrar con gravas protectoras en el caso de la cubierta plana no es transitable, en las zonas cálidas no es deseable.

La acumulación de calor en materiales muy propicios para ello potenciaría la transferencia calorífica al interior incrementando los aportes energéticos necesarios para la refrigeración del ambiente. Otro tanto sucede con las cubiertas inclinadas convencionales que protegen espacios habitables.

Para mitigar estos efectos, la construcción convencional ya ha ensayado sistemas que han sido contrastados por la experiencia y que arrojan buenos resultados. Es una solución muy extendida, allí donde la pluviosidad puede requerir la presencia de una cubierta inclinada, la conformación del tablero de cubierta sobre tabiques palomeros (o cualquier otro recurso constructivo) que dejan una cámara de aire ventilada, convirtiéndose en la única solución realmente eficaz ante los excesivos aportes solares del período veraniego.

Solución similar representa la azotea denominada cubierta catalana, para climas cálidos, donde las consecuencias del excesivo soleamiento de verano son más acusadas que las derivadas de las pérdidas caloríficas originadas durante el invierno. También en esta ocasión, el sistema despliega una cámara de aire ventilada entre el forjado que sirve de techo al habitáculo inferior y la superficie transitable exterior encargada de asegurar la estanqueidad de la construcción.

Son ejemplos de cómo los sistemas constructivos deben acomodarse a la climatología imperante, rechazando de pleno la construcción global válida para cualquier región y situación.

Sin embargo, en ambos casos hemos podido comprobar cómo el desconocimiento de estos aspectos ha inutilizado su correcto funcionamiento; al permitir, por ejemplo, la habitabilidad de los espacios bajo cubierta y no aplicar sistemas compensatorios, se potencian los efectos nocivos para el confort por sobrecalentamiento. También se ha comentado que el desconocimiento del papel regulador que efectúa la cámara ventilada en las cubiertas catalanas, ha provocado la obturación de los huecos de ventilación o directamente la demolición de “ese espacio sobrante” que tanto ocupa y del que parece que en principio nos podemos servir, sin perjuicio alguno.

Para las necesidades de evitar la fuga de las calorías producidas en el espacio interior, se recurre a planteamientos muy similares a los desarrollados para los cerramientos verticales. No obstante, y dada la peculiar colocación de sus componentes y su decidida vocación de impermeabilizar el edificio, es posible recurrir a elementos que primen la unión por solape y yuxtaposición, mejorando conceptos tales como la accesibilidad (y por tanto el mantenimiento y la reparación o sustitución de elementos deteriorados), y la reutilización, reciclaje o valorización en los procesos de demolición.

Si analizamos una cubierta inclinada, ésta puede estar constituida por un soporte, ligero o pesado, un aislamiento térmico fijado mecánicamente, un impermeabilizante que bien pudiera ser un placa ondulada –cuya fijación es igualmente mecánica– y una capa de terminación compuesta de tejas sobre rastreles. Si repasamos lo anteriormente expuesto, la secuencia propuesta puede ser invertida sin muchos problemas y sin originar residuos de consideración, permitiendo la reutilización de casi todos sus componentes y por ende su mantenimiento.

El análisis es muy similar si tomamos una cubierta plana invertida o una cubierta plana flotante. La secuencia constructiva nos deja una serie de elementos que se colocan unos encima de otros y que tan sólo requieren ocasionalmente el concurso de fijaciones mecánicas. En el caso de la cubierta invertida compacta que se propone, se coloca un fieltro sobre el forjado que sirve de soporte, posteriormente una lámina impermeable y a continuación una losa de hormigón poroso que lleva incorporado el aislamiento térmico. El mantenimiento de sumideros y conductos de evacuación de pluviales se convierte en algo instantáneo y sencillo, así como su demolición.

Con la cubierta flotante ocurre algo similar, ya que su capa exterior, la que permite deambular por ella, está conformada por un pavimento sobre-elevado resuelto con baldosas que se depositan sobre soportes que pueden ser articulados, graduables, de plástico o de hormigón. Las prestaciones que de esta solución se pueden obtener, pueden ser fácilmente deducidas por el lector.

Existe desde hace tiempo una nueva generación de cubiertas verdes, ecológicas o vegetales, este tipo de cubiertas se clasifican principalmente en cubiertas ajardinadas extensivas, en las que encontramos un sustrato de vegetación de poco espesor, generalmente son especies vegetales autóctonas, aunque deben de ser especies resistentes a vientos, heladas y sobre todo a una excesiva radiación solar, se caracterizan por precisar un mantenimiento muy reducido o nulo en zonas con precipitaciones abundantes en las que no sea necesaria la instalación de riego por goteo, generalmente se utilizan hierbas naturales, musgo y vegetación con capacidad de regeneración. La elección de la vegetación extensiva se basará en la adaptación al entorno natural y será distinta dependiendo de la región climática. El mantenimiento será mínimo dos visitas anuales.

Por otro lado la cubierta ajardinada o intensiva, es una autentico jardín en el edificio, permite vegetación de grandes dimensiones, así como el cultivo, se realiza sobre cubiertas planas y la sobrecarga que va a suponer la vegetación y el uso al que vaya a ser destinada debe estar contemplado en el proyecto, debe prestarse especial interés en el cálculo de los alcorques adecuados para los cepellones de los arboles de gran altura, ésta sobrecarga en la estructura y los continuos aportes de agua y nutrientes, son factores a tener en cuenta en el cálculo de su mantenimiento y por tanto de su sostenibilidad.

Ambas son soluciones ensayadas por la arquitectura vernácula aunque adaptadas al entorno tecnológico actual. Con estas premisas, se han desarrollado un buen número de tipologías que van desde la cubierta drenante hasta la cubierta con aljibe, y donde recipientes o materiales de diversa índole recogen el agua de lluvia, almacenándola hasta que la vegetación la requiera o para tratarla y destinarla a otros usos.

Este tipo de cubiertas, recomendables en climatologías diversas y allí donde el régimen de lluvias contribuya, presentan innumerables ventajas tanto desde el punto de vista del confort higrotérmico como desde la consideración del efecto ambiental que es capaz de producir en su entorno próximo:

  • Favorecen la reducción del denominado efecto “isla de calor”, los materiales utilizados en las ciudades, absorben la radiación solar y la reflejan en forma de calor elevando la temperatura ambiente.

 

  • Reducen la temperatura ambiente y captan CO₂ en las zonas  de mayor densidad edificatoria.

 

  • Retienen  el polvo en la capa vegetal, filtrando metales pesados y contaminantes atmosféricos, reteniendo hasta el  70% de agua, que por evaporación vuelve a la atmosfera.

 

  • Excelente protección contra la radiación solar.

 

  •  Permiten que vivan organismos y especies animales, protegiendo la biodiversidad en las zonas urbanas.

 

  • Proporcionan alimentos con escaso gasto energético, permitiendo el cultivo de frutas y verduras.

 

  • El aumento de la capacidad de enfriamiento por evaporación (con la consiguiente mejora del grado de humedad ambiental).

 

  • El incremento del espacio útil, la considerable mejora del aislamiento y de la estabilidad térmica interior, además de los efectos derivados de la absorción del ruido.

 

NY

Imagen: El verde se abre paso en la cubierta de un edificio en Manhattan. Fuente: Alyson Hurt

Los aspectos negativos que puedan tener este tipo de soluciones, así como el mayor coste del sistema pueden ser paliados por las ventajas que proporciona tanto al ambiente interior y como al exterior.

Toda cubierta está formada por diferentes capas, ordenadas de manera continua según el tipo de cubierta y las exigencias que se le requieran, el orden de cada una de esas capas (cada una de ellas compuesta por un material específico según la función de la misma), pueden variar en función de la tipología. En ocasiones algún elemento puede ser omitido ya que su función es prescindible puesto que la está realizando otro elemento.

Los principales elementos de una cubierta son:

  • La base portante, es la estructura capaz de satisfacer las necesidades mecánicas del conjunto.

 

  • Barrera de vapor, impide el paso del vapor de agua evitando así condensaciones favoreciendo la estanqueidad del conjunto, se coloca en el lado caliente del aislamiento.

 

  • Formación de pendiente, o base de la capa de impermeabilización, otorga a la cubierta la inclinación adecuada.

 

  • Aislamiento, garantiza las condiciones óptimas de temperatura y ruido.

 

  • Capas separadoras, sirven de unión entre materiales incompatibles químicamente, protegiendo de posibles punzonamientos y aportando adherencia.

 

  • Impermeabilización, dota de estanqueidad a la cubierta mediante la evacuación de las aguas.

 

  • Acabado, capa protectora del conjunto expuesta a las inclemencias y soporte para instalaciones o los distintos usos.

 

En el caso de las cubiertas verdes, este esquema varía, el acabado es sustituido por el sustrato y la vegetación, además es necesaria la colocación de una capa drenante y una capa separadora, entre la impermeabilización y el drenante, esta capa es el corazón de la cubierta ajardinada, su forma de pequeños “valles” favorece la acumulación inmediata de agua de lluvia permitiendo así su máximo aprovechamiento y además, favorece su evacuación del sustrato, evitando así posibles inconvenientes, en ocasiones no es necesaria si la vegetación no excede de los 25cm y la inclinación de la cubierta es mayor que 5°. Su tipología será variable según las características climáticas del emplazamiento y sobre todo según el uso y el tipo de cubierta.

Capa drenante

Imagen: Ejemplo capa drenante “DELTA-FLORAXX”. Fuente: cosella-dorken.com

 

Una vez conocemos mejor los distintos elementos que conforman la cubierta, podemos analizar las diferentes opciones que se nos plantean con respecto a los materiales que podemos utilizar, para ello nos basaremos criterios de sostenibilidad según la funcionalidad y las exigencias de cada una de las capas en la cubierta.

En primer lugar, se encuentra la base portante, esta será en relación a la ejecutada durante el proyecto, materiales como los ya citados en la parte de cerramientos como el hormigón celular o el biohormigón poco armado pueden ser algunas de las soluciones más recomendables desde el punto de vista ecológico.

En cuanto a la barrera de vapor, la principal característica que debemos observar es su permisividad al vapor de agua, entre las opciones que se nos plantean existen diferentes tipos de materiales en laminas como puedes ser el polietileno, polipropileno, PVC, pintura bituminosa o la lamina de betún modificado, entre ellos, los que mejor condiciones tienen para ser elegibles serian la pintura bituminosa ya que solamente emite 0,15 Kg de CO₂ por metro cuadrado o la lamina de polietileno (0,25 Kg de CO₂ por metro cuadrado), con características similares.

La formación de pendientes se puede resolver con diferentes sistemas y materiales pero como ya he comentado en varias ocasiones, la elección de sistemas respetuosos como el hormigón celular sería la más acerada.

Respecto al aislamiento las principales características que se deben tener en cuenta son sus propiedades térmicas y su comportamiento frente a la humedad, además de los factores de huella de CO₂ o energía embebida.

A continuación, con la finalidad de indagar en las propiedades térmicas de este material de vital importancia para mejora de la envolvente del edificio, se disponen una serie de materiales recomendables tanto para las cubiertas como para su utilización en diferentes ámbitos constructivos. Se han tenido en cuenta los materiales que son respetuosos con el medio ambiente, que no sean provenientes de combustibles fósiles o que durante su fabricación o extracción no se genere un gran impacto ecológico, tras ordenarlos de mayor a menor  nos encontramos con que la lana de oveja y el corcho son los materiales que se ajustan en la mejor medida a nuestras necesidades térmicas, aunque cualquiera de estos materiales podrían plantearse como una solución excelente.

 

Aislantes

Imagen: Tabla materiales ecológicos aislantes. Fuente: Autor, basado en datos del catalogo elementos constructivos ITEC

El material de menor transmitancia térmica para una situación similar, entre los materiales contrastados, es el aislante de lana de oveja que a diferencia de la lana de roca o la lana de vidrio se obtiene de forma natural sin procesos de horneado, tiene excelentes propiedades, tanto térmicas como acústicas. Pocos materiales tienen su capacidad de absorber y regular las concentraciones de agentes tóxicos y de la humedad del interior de los edificios. El consumo energético durante su fabricación es uno de los factores más importantes por lo que debe ser un material muy a tener en cuenta, sin embargo no debemos olvidar que debe ser tratado químicamente para evitar ataques biológicos o de insectos.

Rollo fibra natural

Imagen: Rollo comercial de fibra natural.Fuente:comercialpiata.com

Existen otros materiales como la fibra de madera, o por ejemplo el cáñamo, consistente en un aislamiento de lino de cáñamo, compuesto por fibra del propio material a la que se le añade además fibra de carbono como refuerzo. Actúa como retardante de la ignición y como el cáñamo es resistente de forma natural a polillas y escarabajos, no es necesario un tratamiento químico. Otro tipo de aislamiento es el fabricado completamente con papel reciclado generalmente de periódicos, instalado con éxito en Reino Unido, también tienen una buena respuesta aislante, sin embargo en cuanto a otras propiedades, el conglomerado de corcho es una solución más destacable debido a su buena resistencia a compresión, tal y como se puede observar en la tabla anterior es un material vegetal, por lo que si se obtiene de una manera controlada, su utilización puede suponer el mínimo impacto sobre el medio ambiente y favorecer así la conservación de los bosques de alcornoques.

Corcho

Imagen: Placas de aglomerado de corcho expandido. Fuente: enconstruccionblog.com

El corcho se obtiene de la corteza exterior del alcornoque y por lo tanto es un recurso natural renovable y lo más importante es que es un material autóctono, ya que en la Península Ibérica se produce aproximadamente el 90% de la producción mundial, su principal componente es la suberina, que durante el proceso térmico de tostado, actúa como aglutinante permitiendo la formación del material en placas sin necesidad de ningún aditivo químico.

Al margen de ser un material natural que cuando finalizada su vida útil es reciclable y biodegradable, es un material hidrófugo que puede servir como impermeabilizante y además de ser un buen aislante térmico, tiene una alta resistencia al fuego, así como elasticidad y un muy buen aislante acústico debido a su alto contenido en aire y a su densidad relativamente alta. Comercialmente, se puede encontrar de diversas formas, en rollos, aglomerado en planchas o triturado natural.

Sin embargo, en el caso de las cubiertas invertidas, en las que se exige permeabilidad muy baja y una elevada durabilidad al agua acida, salada y alcalina, puede que la utilización del corcho pese a ser un material hidrófugo, no sea la mejor opción. Existen otros aislantes que tienen una mejor respuesta, se podría optar por materiales que no sean tan respetuosos con el medio ambiente puesto que al no estar expuestos a cambios externos de temperatura provocados por la radiación solar aumentarían su vida útil, pudiendo justificarse así su utilización.

Como capa separadora generalmente se utiliza una lamina geotextil y se debe tener en cuenta su elasticidad y sobre todo su resistencia a tracción, además si le añadimos los mismos condicionantes en su elección que a los anteriores materiales en cuanto a las emisiones durante su fabricación, encontraremos entre los materiales más apropiados el polipropileno que tiene una conductividad de 0,22 W/mK por lo tanto es aceptable, sin embargo la fibra de vidrio tiene una resistencia a tracción mayor y menor huella de carbono, se trata de un fieltro de vidrio específico, compuesto principalmente por arena de sílice y carbonato de calcio, es un aglomerado con ligantes químicos, debido a su composición hay que prestar especial interés durante su instalación protegiéndose adecuadamente en locales no ventilados y evitar el contacto directo con el material.

Respecto a la elección de la impermeabilización, las características de los materiales que se deben tener en cuenta son la absorción de agua, su permeabilidad al vapor, durabilidad radiación ultravioleta y las temperaturas máximas y mínimas de servicio. Entre el abanico de materiales de los que se dispone actualmente podríamos nombrar materiales como el Oxiasfalto, Lamina de betún modificado (LBM), lamina de PVC, el caucho butílico o la bentonita y las poliolefinas. Para estos últimos podemos destacar varios tipos, todos provienen de la polimerización de  un hidrocarburo saturado (alqueno), es decir, son de origen plástico, el polietileno es sus diferentes densidades, el polipropileno o el caucho etileno-propileno. Este tipo de materiales debido a su estructura polimérica de cadena saturada destacan por su enorme resistencia, tanto al calor como a los diferentes ataques químicos a los que pueda ser sometida la cubierta a lo largo de su vida útil, lo que tal y como se ha comentado en el análisis de la capa separadora, puede justificar su uso, no debemos olvidar que son materiales derivados del petróleo.

También es destacable la bentonita de sodio natural, es una arcilla de origen volcánico y por lo tanto un mineral versátil que podemos encontrar en la naturaleza, tiene la capacidad de expandirse varias veces su volumen, cuando se pone en contacto con el agua estando confinada, forma un gel denso e impenetrable que bloquea completamente el paso del agua, las laminas de mineral que lo componen están conformadas de tal manera que actúan como barreras hidráulicas. Comercialmente lo podemos encontrar acompañado por uno o varios geotextiles dependiendo del uso, éstos le aportan robustez al conjunto, además si por ejemplo tuviese una capa exterior de polietileno, en caso de perforación o fisura del polietileno, el agua es absorbida por el mineral, logrando aportar así el conjunto una doble impermeabilización.

Por último, antes de analizar los materiales y las condiciones térmicas que deben tener las carpinterías, se adjunta una tabla resumen en la que vienen recogidas las exigencias según el Código Técnico para los principales cerramientos opacos de una edificación. Para la interpretación de la siguiente tabla se recomienda la consulta del siguiente apartado, en el caso de que pueda existir algún tipo de duda.

Tabla General

Imagen: Transmitancias límite según cerramientos y zonas climáticas. Fuente: building.dow.com

ANÁLISIS Y SELECCIÓN DE LOS MATERIALES

A la hora de seleccionar un material, lo primero que debemos tener en cuenta es la utilización que se le va a dar a dicho material. No tendrá la misma exigencia de durabilidad para una estructura, que por ejemplo un acabado.

Hay que tener en cuenta la vida útil de un material con respecto a otro si van a formar parte del mismo sistema constructivo ya que la “muerte” de uno de ellos puede suponer el mismo final para el otro, si se deteriora uno debemos reemplazar ambos. Por lo tanto cuando se sabe la vida útil de un sistema constructivo, una durabilidad mayor en un determinado material, no tiene por qué valorarse positivamente en su selección.

Para la elección de materiales debemos seguir una estrategia proporcionada a la envergadura de la obra que vamos a ejecutar y la función que van a desempeñar en el conjunto de la edificación, siempre teniendo en cuenta estas directrices básicas.

En concreto durante este proceso de selección, nos centraremos en los componentes principales de la envolvente del edificio.

EFECTOS TÉRMICOS DE LOS MATERIALES

Tras analizar anteriormente las principales características de los materiales desde un aspecto más técnico, se trata partiendo del conocimiento de esa base científica de definir los requerimientos que deberán satisfacer en concreto los materiales opacos, para poder equilibrar a través de la humedad y su distribución, la influencia térmica externa de las distintas regiones y exposiciones. Estas características pueden determinarse investigando los procesos y propiedades que permiten el control de la superficie, analizando brevemente los problemas relacionados con la humedad o el deterioro y examinando en detalle los factores de transmisión de calor y acumulación.

 

La opacidad de los materiales y el equilibrio de la temperatura interior se puede comprobar mediante la manera en que el calor penetra a través de la fachada, puede compararse con la forma en que un material poroso absorbe la humedad; las sucesivas capas de la fachada se van “saturando” de calor hasta que finalmente, el efecto de esta radiación es perceptible en la superficie interior de la fachada. Las cargas de temperatura diaria, cuyas fluctuaciones son más o menos sinusoidales, se retardan y experimentan distorsiones en su amplitud para filtrarse a través de los elementos de la fachada. Estas dos funciones, propias del material, pueden ser utilizadas de forma muy favorable para conseguir el equilibrio de las condiciones existentes en el interior de una edificación. Es importante saber que todos los impactos caloríficos externos deberían traspasar la fachada del edificio antes de afectar a las condiciones de temperatura del interior.

 

Un claro ejemplo es la sensación térmica que se tiene dentro de un edificio construido en piedra, como puede ser una iglesia, en un día caluroso en su interior la temperatura es más baja y la sensación de frescor es obvia. Este tipo de construcciones utilizan un material con una gran masa para su envolvente, ésta absorbe durante la noche el fresco y posteriormente durante el día lo emite obteniendo una temperatura próxima a la media estacional. Comparando este sistema con las envolventes de las construcciones actuales, extremadamente ligeras y delgadas, en las que la temperatura emerge de una forma más evidente, se podría afirmar que bajo ciertas condiciones, este tipo de edificación tan liviana no es la más apropiada, ya que se encuentra a merced de las inclemencias externas. Sin embargo la finalidad de este tipo de sistemas constructivos es el aprovechamiento máximo de la superficie útil, por lo que una combinación de materiales con gran masa y una menor dimensión podría ser una solución optima para una mejora de la eficiencia térmica de las edificaciones actuales.

 

La penetración del calor a través de la superficie surge a causa de las fuerzas térmicas que actúan en el exterior de la edificación, que son una combinación de los fenómenos de convección y radiación, explicados anteriormente. La radiación solar está compuesta por la propia radiación incidente y el intercambio de calor con la temperatura del aire del entorno, de modo que el impacto calorífico por convección irá en función del intercambio con la temperatura del aire circundante, pudiendo acelerarse a través del movimiento del aire.

 

La potencia calorífica predominará bajo condiciones de calor y asoleo; mientras que durante las noches de los periodos fríos o en superficies que se encuentren rodeadas por objetos a baja temperatura el intercambio de calor trabajara negativamente produciéndose una perdida calorífica de la superficie expuesta.

 

Otro factor importante es el control de la entrada de calor. Podemos afirmar que la primera capa de control de calor se encuentra en la superficie. Los movimientos del aire alrededor de la superficie del material en cuestión reducirán el efecto de la radiación en el exterior y serán especialmente beneficiosos en condiciones de calor extremo. La temperatura superficial de un material expuesto al asoleo directo será mayor que la del aire que lo rodea. El efecto de intercambio puede incrementarse distribuyendo la radiación sobre una mayor superficie, es decir, introduciendo superficies curvas, corrugadas o desiguales (alternando capas retranqueadas de ladrillos), que incrementaran simultáneamente el índice de transferencia por convección.

 

En condiciones calurosas las características selectivas de absorción y emisión constituyen otra defensa eficaz contra los impactos de la radiación, y adquieren una especial importancia. Aquellos materiales que reflejan más la radiación que absorben, y que repelen rápidamente la cantidad absorbida en forma de radiación térmica, producirán temperaturas más bajas dentro de la edificación.

 

En una edificación, cuando la energía solar incide ya ha sido “filtrada” por la atmosfera y llega a través de diferentes canales. La radiación solar está constituida por la radiación visible (con una longitud de onda de 0,3 a 0,7 micras) y por los rayos infrarrojos (1,7 a 2,5 micras). Esta energía se concentra cerca de la parte visible del espectro, por lo tanto el criterio de reflexión se encuentra en relación a los colores. Es por ello que los materiales blancos son capaces de reflejar más del 90% de la radiación que reciben y los colores oscuros y en concreto el negro menos del 15%.

 

Por otra parte, el intercambio térmico con el entorno se realiza a través de longitudes de onda infrarrojas mayores (por encima de 2,5 generalmente entre 5 y 20 micras). Las características de los materiales desde el punto de vista de la reflexión del calor a través de longitudes de onda infrarrojas depende más de la densidad de su superficie y de su composición celular que del color.

 

El efecto de la humedad es un factor determinante en las características térmicas de los materiales ya que con un alto contenido de humedad, los materiales presentan una capacidad de transmisión del calor mayor, esto es debido a la relativamente alta conductividad del agua. Los materiales absorben la humedad según sus cualidades higroscópicas, las sustancias orgánicas tienen mayores propiedades absorbentes que las inorgánicas. Diferentes estudios muestran el efecto de la humedad higroscópica en la conductividad térmica de materiales inorgánicos en relación a su volumen, y de materiales orgánicos en proporción directa a su peso.

 

Un problema relacionado con la humedad, y que se considera independiente de su comportamiento térmico, consiste en la creación de condiciones críticas producidas por el efecto de la condensación. El aire con alto contenido en vapor de agua penetra a través de los materiales o de las discontinuidades de la edificación hacia las zonas con una presión de vapor baja. Los flujos de calor, ya sean desde el interior cálido hacia el frío exterior o viceversa pueden provocar condensaciones cuando el aire húmedo alcanza el punto de rocío.  Existen diversos métodos para eliminar condensaciones en la edificación entre los que caben destacar:

 

  • Reducir el contenido de humedad del interior.

 

  • Colocar una “barrera de vapor” o superficie resistente al vapor en el lado más cálido.

 

  • Conectar el lado frío con el aire exterior.

 

  • Utilizar en el lado frío materiales que sean al menos 5 veces más porosos que los empleados en el lado cálido.

 

El deterioro de los materiales producido por agentes externos generalmente atmosféricos, es un factor importante en cuanto a la respuesta que nos ofrecerá el material durante su vida útil. Entre los distintos factores relacionados con este inconveniente, el proceso de deterioro químico es de reseñable importancia, depende principalmente del agua, la lluvia y la humedad relativa. En zonas más frías la temperatura y a baja temperatura este factor origina el efecto escarcha, mientras que en las zonas cálidas, con altas temperaturas produce las anteriormente descritas condensaciones. Las variaciones de temperatura afectan en su mayor medida al aspecto físico de los materiales constructivos, produciendo variaciones en su dimensión, aumento y reducción de tamaño, provocando su agrietamiento. El desgaste producido por la radiación solar, al margen de la dilatación y contracción del material debido a la acción fotoquímica de los rayos solares provoca un deterioro de los materiales más expuestos a dicha radiación, por ejemplo en la madera se produce un efecto conocido como “meteorizado” en combinación con la humedad. Al margen de este tipo de desperfectos en los materiales íntimamente ligados a la acción del sol, se encuentran los agentes biológicos, siendo una de las causas más comunes en el deterioro de los materiales ya sean hongos, bacterias o insectos causantes de severas patologías en la edificación.

 

Por último, destacar la importancia de un aislamiento equilibrado, las propiedades aislantes de un material son de gran importancia ya que a través de él conseguimos reducir el flujo de calor. La cantidad de aislamiento que se requiere va en relación a la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior y a los distintos requerimientos de control. Esta relación puede basarse en los diferentes niveles de temperatura de las distintas zonas geográficas y expresarse como un “índice de aislamiento”. Sin embargo, distintos grados de exposición al sol y al aire pueden producir distintos impactos de temperatura, incrementando o reduciendo la carga térmica calorífica. Si se utilizan los valores de aislamiento equilibrados para amortiguar estas diferencias, es posible compensar las condiciones térmicas del interior de la edificación.